La ira en los menores: un desafío para la educación actual

En la era digital, donde la inmediatez y la sobreestimulación son habituales, la gestión de las emociones se vuelve un desafío aún mayor para niños y adolescentes. En este contexto, la ira puede convertirse en una respuesta natural ante la frustración, la impotencia o la incomprensión, pero cuando no se controla adecuadamente puede afectar negativamente su desarrollo personal y social.

Los estudios revelan que los problemas de control de ira en menores son una realidad preocupante:

Así, un estudio de la Universidad Complutense de Madrid indica que entre el 10% y el 15% de los niños y niñas presentan algún tipo de dificultad para controlar su ira. Por su parte, a nivel internacional, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que uno de cada cinco niños experimenta problemas de comportamiento relacionados con la ira.

La mayoría de los expertos predicen un aumento de la incidencia de problemas de control de ira en menores en los próximos años, concentrados, sobre todo, en los grupos poblacionales de mayor riesgo: 

-Dificultades socioeconómicas.

-Problemas de aprendizaje o atención.

-Historial familiar de problemas de salud mental.

-Exposición a violencia o abuso.

La implementación de programas de prevención e intervención será crucial para mitigar el impacto de este problema. Por parte de las familias, es esencial ayudar a los niños a aprender cómo gestionar las emociones y, entre ellas, la ira desde la primera infancia. Es fundamental para su buen desarrollo ya que no saber gestionarlas les afectará negativamente. El apego y la gestión de las emociones deben convertirse en una prioridad para todos los padres, así como transmitirles seguridad, fomentar la autonomía, ponerles límites con explicaciones, respetar sus emociones y confiar en los niños.

¿Cómo detectar problemas de control de ira en menores?

El entorno familiar y educativo de los menores debe prestar atención a las posibles señales de alerta que indiquen posibles problemas de control de la ira por parte de niños y adolescentes.

A nivel comportamental: 

  • Agresividad: Gritos, insultos, patadas, golpes, peleas, destrucción de objetos.
  • Dificultad para seguir normas: Desobediencia, desafío, negación a colaborar, terquedad.
  • Reacciones emocionales desproporcionadas: Llanto incontrolable, rabietas, berrinches.
  • Aislamiento social: Rechazo a interactuar con otros niños, preferencia por la soledad.
  • Comportamiento impulsivo: Actuar sin pensar, tomar decisiones precipitadas.
  • Mentiras y engaños: Para evitar responsabilidades o manipular a los demás.

A nivel físico:

  • Tensión muscular: Rigidez en el cuerpo, rechinar los dientes, apretar los puños.
  • Alteraciones del sueño: Dificultad para dormir, pesadillas, despertares nocturnos.
  • Quejas físicas: Dolor de cabeza, taquicardia, sudoración, temblores, náuseas.

¿Cómo podemos intervenir familias y educadores? 

Fomentar la comunicación abierta

  • Crear un espacio seguro y de confianza para que los niños expresen sus emociones sin ser juzgados.
  • Escuchar con atención y sin interrupciones, mostrando interés genuino por lo que sienten.
  • Validar sus sentimientos, haciéndoles saber que es normal sentir ira a veces.
  • Enseñarles a identificar las señales de la ira y cómo manejarlas de forma saludable.

Establecer límites claros y consistentes

  • Definir normas de comportamiento en el hogar, que sean comprensibles y adaptadas a la edad del niño.
  • Implementar consecuencias justas y consistentes ante la falta de control de la ira, explicándoles el porqué de las consecuencias.
  • Modelar un comportamiento adecuado para los niños, siendo un ejemplo de control y gestión emocional.

Enseñar estrategias de manejo de la ira

  • Técnicas de respiración profunda y relajación
  • Habilidades de comunicación asertiva Enseñarles a expresar sus necesidades y deseos de forma clara y respetuosa.
  • Resolución de conflictos: Ayudarles a desarrollar estrategias para resolver problemas de forma pacífica y dialogada.
  • Técnicas de autocontrol: Estrategias para identificar y manejar las señales de la ira antes de que se descontrole.

En aquellos casos en los que los problemas de ira persisten o interfieren con la vida diaria del niño, puede ser recomendable la terapia psicológica para ayudarle 

a comprender las causas de su ira, desarrollar estrategias para manejarla y mejorar sus habilidades sociales.

La educación emocional es fundamental para que los niños y jóvenes aprendan a gestionar sus emociones de forma saludable. El apoyo y la guía de padres, madres y familias son esenciales para prevenir y abordar los problemas de control de ira, brindándoles las herramientas necesarias para construir relaciones positivas y una vida plena. Te invitamos a escuchar a nuestra Doctora en Psicología, Nuria Ros, en La Tarde con Marina para ampliar la información sobre los problemas de control de ira en niños y adolescentes. En Dide.org somos expertos en detectar potencialidades y dificultades educativas, emocionales y comportamentales de forma temprana para poder intervenir. Puedes acceder a la herramienta de diagnóstico en este enlace.

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