Padres, madres y docentes: educar es cosa de valientes

En este post, seré muy breve. Tal como dijo uno de los ponentes invitados a las IV Jornadas Internacionales de Diversidad celebradas en Florida Universitaria, «el mero hecho de tener hijos/as no nos convierte en padres o madres».

Esta verdad irrefutable me hizo reflexionar. Inmediatamente pensé que esta máxima podría aplicarse también al ámbito escolar, en cualquier etapa: Educación infantil, primaria, ESO… En ese sentido, si el mero hecho de tener hijos/as no nos convierte en padres, el mero hecho de tener alumnos/as tampoco nos convierte automáticamente en docentes.

Ser padre y ser docente implica algo más que una categoría o una posición social, no es un trono desde el que observar, juzgar o dar órdenes. Ser verdaderos padres y madres, igual que ser verdaderos docentes, maestros/as y profesores/as, es un ejercicio de valientes, es luchar diariamente, tomar decisiones, correr, pelear, preocuparse, pero también guiar, conducir, acompañar, escuchar…

Este brevísimo post va para esos padres y madres, para esos docentes que son conscientes de su responsabilidad.

Un nuevo curso ha terminado y es tiempo de repasar errores y aciertos, aprender de los primeros y felicitarse por los segundos, porque no ha sido nada fácil.

Tampoco dijo nadie que fuese a ser fácil. En la misma línea que he avanzado antes, educar es cosa de valientes. No es algo sobre lo que se decida. No podemos decidir en qué momento estamos educando y en qué momento no. Para los niños/as, los docentes o profesionales de la educación , los padres y las madres son representantes del mundo adulto.

 

Educar es cosa de todos. Niños y niñas buscan sus referentes en su entorno más cercano. Si no lo encuentran en la escuela o en la familia, lo encontrarán en la televisión, en Internet y las redes sociales.

 

En un mundo en el que todo les parece nuevo, necesitan asideros a los que agarrarse, actitudes que imitar, reflejos que les ayuden a entender quiénes son y por qué. También para ellos la vida es una carrera de obstáculos.

Por eso reitero, insisto. Ahora que se cierra un nuevo ciclo, un ciclo marcado por el año escolar, por la adversidad, es tiempo de reflexionar, de felicitarnos y ser críticos con nosotros/as mismos/as, entendiendo “críticos” en el mejor sentido de la palabra: ser críticos para seguir creciendo, ser críticos para superarnos, ser críticos para ser mejores. Esta actitud, este afán por ser mejores (mejores docentes, mejores padres y madres), repercutirá necesariamente en las nuevas generaciones.

Este post es una felicitación para todos/as aquellos/as valientes que luchan todos los días por ser mejores padres, mejores madres, mejores docentes. Este post está pensado para recordarles que no están solos.

 

 Transformemos juntos las diferencias en oportunidades

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