Diferencias individuales y Necesidades Educativas Específicas. ¿Qué es la educación? ¿Para qué sirve la escuela?
Hace apenas un año no habría imaginado vivir lo acontecido el pasado 21 de octubre: ser invitado a participar en el III Congreso Nacional de “Diferencias individuales y Necesidades Educativas Específicas”, organizado por la Asociación TDAH Vallès en Sabadell. La invitación se acompañó de una petición clara y de gran responsabilidad: ofrecer la ponencia marco, que además debía versar en torno al éxito y fracaso escolar.
La responsabilidad (y el deleite) era aún mayor teniendo en cuenta con qué profesionales me veía abocado a compartir cartel: la Dra. Ana Miranda, que vino desde la Universidad de Valencia a hablarnos de dificultades del aprendizaje; Chema Lázaro, que nos entusiasmó con dinámicas relacionadas con la neurodidáctica en clase; el Dr. Hans Super, que relacionó la vergencia cognitiva con el diagnóstico del TDAH; el Dr. Josep Mª Serra y su ponencia “números que estimulan el cerebro” sobre la detección de la discalculia y su propuesta gamificada; o, entre otros, Alberto Ramírez, autor de la idea original que llevó a la creación de díde, que habló de la necesidad de detectar a tiempo dificultades del aprendizaje, así como de implementar herramientas como díde, al alcance de colegios, familias y gabinetes psicopedagógicos (entre muchas otras instituciones) y pensada precisamente para tal fin: prevenir, detectar y gestionar tempranamente un total de 35 dificultades del aprendizaje (dislexia, discalculia, tdah, bullying, etcétera).
Imaginemos un mundo en el que la igualdad de oportunidades de los niños sea real. Con la detección temprana contribuimos todos a hacer efectiva una educación inclusiva. (Alberto Ramírez)
Creo que con este congreso todos aprendimos, todos crecimos un poco. De todas las enseñanzas he escogido unas pocas para compartirlas aquí. Creo que todas ellas son fundamentales.
El congreso sobre necesidades educativas específicas nos brindó la oportunidad de reflexionar sobre el éxito y el fracaso escolar
(Ya desde el mismo discurso de presidencia, que atrapó a todo el público desde el principio), sus límites y sus perversiones, sus causas y sus consecuencias, así como sobre la necesidad de llegar al fin a un verdadero pacto de Estado por la educación, más allá de partidos y colores. Allí hablamos también de las dificultades del aprendizaje y de cómo afectan a la motivación del niño/a, de la dislexia y sus innumerables denominaciones a lo largo de la historia a través de muy diversas disciplinas (la medicina, la pedagogía, la neurociencia). En relación con las dificultades asociadas a la lectura y a la escritura, la Dra. Ana Miranda apuntaba que la intervención en el niño/a siempre debe ser personalizada y comprensiva.
Chema Lázaro nos hizo comprender que las emociones están al inicio de todo proceso de aprendizaje; que todos los alumnos/as tienen capacidad para mejorar; que las etiquetas limitan; que simplemente los niños/as deben aprender a saber jugar con las cartas que les han tocado (nosotros, maestros/as, debemos ayudarles); que todos/as pueden hacerlo y que el maestro/a sólo debe conseguir que quieran por medio de la motivación, que no es otra cosa que la gasolina del cerebro.
Nunca dirás ¿me quieres prestar atención? La atención no se presta, sino que se genera. (Chema Lázaro)
Quedó patente, en fin, la importancia de la percepción de los maestros/as sobre sus alumnos/as; la importancia de generar sorpresa en el alumno/a, de conectar los contenidos curriculares con cosas que interesen y motiven al niño/a; la importancia de la práctica, del conocimiento práctico. O usamos el conocimiento, o estamos abocados a perderlo, porque lo que no practicamos, sencillamente lo olvidamos.
Son muchas más las enseñanzas en este congreso sobre necesidades educativas específicas que por falta de espacio me dejo fuera de este artículo. Esperemos que el próximo congreso venga pronto para poder seguir compartiendo conocimientos y experiencias, poder seguir aprendiendo y creciendo de la mejor manera posible: con emoción y pasión por lo que hacemos.
