En los últimos tiempos resulta frecuente escuchar que tal o cual niño padece o con más exactitud es un TDAH. Los casos de TDAH se han multiplicado por treinta en algo más de una década en nuestro país, especialmente en niños de 8 a 12 años, existiendo un sobrediagnóstico.

En España más de 250.000 menores toman psicoestimulantes para combatir el TDAH, según los últimos estudios de prevalencia de este trastorno según el Instituto Nacional de la Seguridad Social. Tanto el tener una “etiqueta” como una medicación que mejore los síntomas da una tregua tanto al paciente como a su familia en su angustia e incertidumbre. En un alto porcentaje la prescripción médica depende de los servicios de orientación y salud mental, que a su vez reciben un informe de la escuela en el que se describe un posible caso de TDAH.

No siempre se tiene en consideración el contexto y situación del menor y que ciertas reacciones forman parte de la normalidad, ya sea la rebeldía adolescente, nerviosismo, tristeza, reactividad, falta de atención y concentración ante procesos de duelo y cambios, ambiente familiar difícil o en crisis, abusos varios, acosos o entre otras circunstancias que el menor sea de altas capacidades y no haya sido identificado.

La medicación para el tratamiento del TDAH tiene efectos secundarios en la salud además de una percepción por parte del afectado de pérdida de responsabilidad propia ya que rápidamente argumenta que es un problema de su bioquímica cerebral.

Las características de falta de atención, hiperactividad o impulsividad son conductas propias de la primera infancia siendo habitual el continuo movimiento, la poca atención, que escuchen poco, que quieran las cosas para antes de ayer… Ahora bien es necesario llevar a cabo una conveniente discriminación y una detección ajustada.

En un posible diagnóstico de TDAH, se deben cumplir los siguientes criterios marcados por el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales, quinta edición):

• Manifiesta conductas de hiperactividad, impulsividad,  falta de atención o algunas de ellas de forma desproporcionada  en referencia con los otros niños de su edad y respecto a su grado de desarrollo.
• Están presentes desde una edad temprana (antes de los 12 años)
• Deteriora significativamente su calidad de vida
• No es causado por un problema médico, tóxico u otro problema psiquiátrico
• Afecta en al menos dos ambientes distintos de la vida del niño: escolar, social y/o familiar.

Es importante acudir a un profesional de la salud especializado en TDAH para que pueda realizar un diagnóstico clínico apropiado y evitar así un diagnóstico erróneo.

Hay una coincidencia entre los expertos que la tendencia a desarrollar el TDAH está desde el nacimiento, aunque los comportamientos más evidentes no se discriminan ajustadamente hasta la exigencia académica de la Primaria. La proporción de afectados varones vs mujeres es de tres a uno. Dentro del subtipo TDA el porcentaje es mayor el de niñas que el de niños.

Para muchos padres no es sencillo asumir que las conductas que observan en sus hijos es un trastorno con palabras complejas como las que emplean los pediatras y otros profesionales, en vez de que tienen problemas de hiperactividad e impulsividad piensan algo más usual como “¿por qué nunca puede quedarse quieto? Otros en cambio no sintiéndose capaces de manejar la conducta de sus pequeños y con alta probabilidad gracias a la difusión sobre el TDAH ven en este diagnóstico una respuesta a su dificultad. Tanto sea un falso positivo como un falso negativo es necesaria la detección temprana  para tomar las medidas convenientes para el mejor desarrollo del menor.

Los síntomas nucleares del TDAH son la hiperactividad, el déficit de atención y la impulsividad

La hiperactividad es quizás el más sencillo de reconocer por su evidencia y por ser el más conocido por el público en general.

El niño que padece hiperactividad se caracteriza por:

• Movimientos en momentos inadecuados
• Dificultad para permanecer quieto cuando es necesario
• Hablar en exceso
• Realiza ruidos constantemente incluso en actividades tranquilas
• Dificultad para relajarse
• Cambio de tareas sin concluir ninguna
• Falta de constancia.

La manifestación de la hiperactividad puede ser diversa según etapas de la vida, pero la sintomatología es la misma para niños y adultos. Se ha extendido un uso superficial del término hiperactividad para describir estados de personas que están nerviosas o que son muy activas.

El déficit de atención es más difícil de identificar adecuadamente en edades tempranas. Suele aparecer generalmente cuando se inicia la etapa escolar, debido a que se requiere una actividad cognitiva más compleja. Por lo general, persiste de forma significativa durante la adolescencia y la edad adulta. Las características son:

• Dificultad para mantener la atención durante un tiempo prolongado
• Poca atención de los detalles
• Problemas para finalizar las tareas
• Fatiga para escuchar, seguir órdenes e instrucciones
• Desorganización en sus actividades y deberes
• Habitualmente pierde, olvida objetos y pertenencias
• Evitación de tareas que necesitan un nivel de atención sostenida
• Cambios frecuentes de conversación
• Despiste de normas o detalles de los juegos
• Rápida distracción.

La impulsividad es probablemente el síntoma menos frecuente de los tres síntomas base del TDAH. La impulsividad fundamentalmente es la dificultad para pensar las cosas antes de actuar. Ello puede generar numerosos problemas, ya que el paciente puede ponerse en peligro y vivir situaciones conflictivas principalmente en la edad adolescente y adulta.

Las características de la impulsividad son:

• Impaciencia
• Problemas para esperar el turno
• Interrupción constante
• Repuestas prepotentes y dominantes
• Tendencia a toquetear todo
• Conflictos con los adultos
• Poco control e irreflexividad.

Encontrarse ante un TDAH “puro” es inusual. Por tal diagnóstico se entiende que el trastorno se presente sin ningún otro trastorno asociado. Se calcula que el 70% de los pacientes con TDAH presentan alguna comorbilidad o trastorno psiquiátrico asociado. 

Un síntoma que no suele mencionarse respecto a los niños con TDAH son los problemas para controlar sus emociones, siendo que éstas juegan un papel importante en las dificultades que enfrentan diariamente. No es que tengan emociones diferentes a la mayoría de sus coetáneos, lo que sí que marca la diversidad en muchos chicos con TDAH es que esos sentimientos parecen ser más frecuentes e intensos, parece que les duran más tiempo y que son un obstáculo para la vida diaria. Se frustran rápidamente por pequeños inconvenientes.  No suelen tener la misma capacidad que los chicos de su edad para controlar sus emociones. Generalmente tienen problemas con la memoria funcional, además de otras funciones ejecutivas, esta dificultad les hace perder de vista la idea global y tienden a permanecer detenidos en lo que están sintiendo en el momento. La emoción puntual toma el control de sus pensamientos.

Se preocupan demasiado o por mucho tiempo por cosas que pueden ser insignificantes. Dificultad para calmarse cuando están molestos o enojados. Se sienten heridos u ofendidos por la más leve crítica. Exigencia y  mucha urgencia por obtener inmediatamente algo que desean. Es frecuente que se sientan abrumados por el desánimo, la frustración o el enojo, se muestren temerosos e inseguros para iniciar actividades, se rindan rápidamente en aquello que hacen, oponerse a realizar las tareas e incluso evitar interactuar con otros.

La mejor intervención y ayuda a sus necesidades que se le puede ofrecer a un niño con TDAH es una detección temprana

La herramienta dìde ofrece de forma sencilla la posibilidad de especificar hasta 35 indicadores, iniciando desde la edad de dos años, llevando a cabo una preevaluación en la que intervienen a través de sus cuestionarios como mínimo dos de los ámbitos principales del menor, familia-educativo, y que en el caso resulte con marcadores significativos orienta certeramente hacia el profesional pertinente para que lleve a cabo la evaluación y el diagnóstico. Del mismo modo ayuda a discriminar los falsos positivos.

Existen asociaciones que se dedican a su investigación científica, divulgación y sensibilización social, información, formación, asesoramiento y apoyo grupal e individual, poniendo al alcance de los afectados y sus familias todos los medios posibles para reducir los efectos negativos del TDAH procurando mejorar su calidad de vida.

Estos son algunos ejemplos:

Asociación TDAH Vallés  

Asociación TDAH Bahía de Cádiz  

Asociación TDAH Ceuta

Asociación TDAH Axarquía

Asociación TDAH +16 Valencia

Asociación TDAH Palencia

Asociación Niño Activo

Asociación ANFATHI

Asociación terapéutica La Tortuga

En el siguiente enlace encontrará las asociaciones de España de TDAH.

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